Unidad Vecinal Portales: Arquitectura en Extinción
por Umberto Bonomo, Arquitecto Instituto Universitario di Achitettura in Venezia – Italia, Estudiante de Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos Pontificia Universidad Católica de Chile
Es extremadamente complejo hablar en tan solo quinientas palabras de la Unidad Vecinal Portales: el conjunto de viviendas que a lo largo de su historia ha servido tanto como modelo cuanto como chivo expiatorio de un particular modo de hacer arquitectura. De todos los enfoques que puede tener este artículo, relacionados por ejemplo a las problemáticas de la proyectación, construcción o transformación del conjunto en el tiempo, me interesa aquí concentrar la atención en el inestimable valor arquitectónico e histórico de éste y en la responsabilidad que nos corresponde como arquitectos de reconocer y saber mostrar ese valor al resto de la sociedad.
La Unidad Vecinal Portales, proyectada por Carlos Bresciani, Héctor Valdés, Fernando Castillo y Carlos García Huidobro, los cuatro arquitectos que conformaron una importante oficina de arquitectura muy activa entre el ’50 y el ’70 y reconocida tanto en Chile como en Latinoamérica, se construye a partir de 1958 para concluirse a principio de la década del ’70. En esos años, impregnados de idealismo, en los cuales las problemáticas sociales relacionadas al individuo y sus necesidades básicas (la vivienda) son el centro de la discusión política, es que se construye en Chile una de las obras de arquitectura moderna más conocidas tanto a nivel nacional como internacional.
Este conjunto, que gozó en sus inicios de una feliz infancia, como lo demuestra el gran número de publicaciones chilenas y extranjeras que lo retratan en sus años de esplendor en la década del ‘60, ha tenido una difícil adolescencia, y una vejez más bien crítica.
El año 1973 marca profundamente la historia de Chile y pone en jaque no sólo una manera de concebir y administrar la sociedad y el Estado, sino también las arquitecturas pensadas y construidas bajo ideologías que tenían como centro la vida comunitaria, pensadas para ser vividas tanto en los espacios privados como públicos. Quizás justamente la vida que se daba en los espacios públicos de este y de otros conjuntos es uno de los aspectos que caracteriza el revolucionario concepto de:Unidad Vecinal. Los que siguen son años difíciles para la Villa: años de lucha política que tienen como escenario, además de otros icónicos lugares de la capital, también la Villa Portales, poblada en su mayoría por una de las clases sociales más profundamente afectada por el golpe: la emergente clase media. Son los años del estigma, que la afecta también en la actualidad etiquetándola como un lugar inseguro y con mucha criminalidad.
A pesar de su difícil existencia, la relectura histórica y la valoración de nuestro patrimonio arquitectónico y social en los últimos años, ha hecho que este enfermo pase de una sala de tribunales donde se lo juzga a un pabellón de hospital donde se lo pretende curar. Múltiples investigaciones universitarias e iniciativas estatales (Los 200 Barrios, por ejemplo) se han ocupado de entender las complejas problemáticas sociales y arquitectónicas que forman la base sobre la cual se pueda constituir una concreta estrategia de recuperación del conjunto.
Pareciera que la responsabilidad que tenemos como arquitectos en esta sociedad, y así lo está demostrando el caso de la Villa Portales, sea la de hacernos cargo del precioso patrimonio que heredamos del pasado, estudiarlo, entenderlo y, cuando sea necesario, recuperarlo, ya que éste es la base sobre la cual construiremos nuestras ciudades y sociedades futuras.